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Por qué se conoce a Turín como la ciudad del diablo

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Hay una ciudad de Satanás. Un lugar donde el Diablo echa raíces más que en otros lugares. Y este lugar se encuentra en Italia. Hablamos de la ciudad de Turín. La capital de la región del Piamonte tiene la etiqueta de «ciudad del Diablo». Por varias razones.

Espiritismo y ocultismo

La primera. En el periodo 1850-1870, época de la Unificación de Italia, el gobierno del Risorgimento piamontés era extraordinariamente tolerante con toda forma de religiosidad no católica o anticatólica, que consideraba instrumental para su polémica contra la Iglesia de Roma. En aquellos años, el Piamonte -y Turín en particular- conoció una tolerancia única en Europa hacia los movimientos religiosos marginales y mágicos, los espiritistas, los ocultistas, según informa Cesnur, un centro italiano que estudia las religiones.

No fue hasta 1890 -con el llamado «proceso de los sonámbulos»- cuando la policía y la justicia turinesas dieron una clara señal de que la edad de oro para la libre práctica de las «artes oscuras» en Turín había terminado.

Las sonámbulas eran mujeres con problemas mentales manejadas por individuos sin escrúpulos, a los que pronto se llamaría «magnetizadores». Ellas, las «sonámbulas», hipnotizadas, somnolientas, eran capaces de realizar actos de los que no conservaban ningún recuerdo al despertar.

Anticlericalismo

La leyenda de Turín «ciudad del diablo» se enriquece con otro hecho importante ocurrido en 1968. Turín era una ciudad-laboratorio de la protesta obrera y estudiantil, marcada por la presencia al mismo tiempo de formas anticlericales (a menudo, todavía, de carácter goliárdico) y de una activa masonería «marginal», repudiada por las obediencias masónicas mayoritarias e interesada por el ocultismo y la magia sexual. Es en estos círculos donde las informaciones periodísticas sobre la existencia de satanistas en California y en otros lugares despiertan cierta curiosidad.

Un primer grupo de personas – gravitando, precisamente, en el entorno de la masonería ocultista «marginal» – se dirige a la Iglesia californiana de Satán (que conserva en sus archivos huellas de estos contactos piamonteses, entre 1968 y 1970). Sobre esta base nació en Turín una «Iglesia de Satán» que reunió discretamente, a finales de los años sesenta y principios de los setenta, un número de adeptos que ciertamente nunca superó el centenar. Nunca han tenido filiales, constituido asociaciones ni publicado periódicos. Sin embargo, a lo largo de los años se han registrado numerosos casos de misas negras en la capital del Piamonte.

La puerta del diablo

Otra razón para que Turín sea llamada la «ciudad de Satán» es la presencia de la «puerta del diablo», es decir, la puerta principal del Palacio Trucchi di Levaldigi, hoy sede de la Banca Nazionale del Lavoro.

La puerta fue esculpida en 1675 por un taller parisino a petición de Giovanni Battista Trucchi di Levaldigi, conde y general de finanzas de Carlos Manuel II. La hermosa puerta está ricamente tallada y adornada con flores, frutas, animales y cupidos.

Lo más interesante, lo que contribuyó al nombre que lleva hoy, es el badajo central que representa al diablo escrutando a los visitantes que llaman a la puerta. La parte final, la que se coge con la mano para llamar, está formada por dos serpientes cuyas cabezas se unen en el punto central.

Y hasta aquí la versión histórica de la creación de esta puerta del Diablo en Turín.

En cuanto a la versión «mágica», parece que la puerta apareció de la nada una noche. Se dice que, aquella noche, un aprendiz de brujo había invocado a las fuerzas oscuras y al mismísimo Satanás. El Diablo, molesto por esta invocación, decidió castigar al hechicero aprisionándolo tras la puerta, que el desafortunado nunca pudo volver a abrir.

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